Vamos a ubicarnos en 1993 o 1994. En realidad no recuerdo el año, así que siéntanse libres de elegir.
Davidcito tendría entre seis o siete años. Era un polluelo que todavía no había visto Volver al Futuro y no le había dolido nada por culpa del amor. Y sí, injustamente culpo al amor, porque no puedo culpar a quien alguna vez quise o quiero. En fin... ¿en dónde estaAh, sí. Les platico qué era importante para mí en esa época: Los Caballeros del Zodiaco, Mazinger Z, mi familia y crecía un afecto por el soccer. Junto con este afecto por el fut, nació también mi admiración por ese portero de disfraz chistoso, que mi mamá definía como un payaso jugando fútbol, pero que hacía movimientos muy vistosos y era altamente eficiente. Me repitieron el nombre como mil veces, pero lo único que mi cerebro retenía era a la pandilla de Don Gato. Era Jorge Campos. Sí, en ese tiempo no parecía tan pendejo porque no hablaba en cadena nacional, solo portereaba.
Le pedí a mi mamá que me inscribiera a un equipo porque quería ser portero, estaba chavo y se me hizo fácil. En realidad, muy fácil. Me hice portero titular, me lanzaba por la pelota a la menor provocación y usaba gorra, como aprendí de Benji Price.
Malas noticias I: el primer partido y el ego.
Bueno, resulta que también era muy bueno con el balón en los pies y no solo de portero. Pero Davidcito a huevo quería porterear. Llegó el día del primer partido. Comenzó todo bien, hasta que hicieron el primer tiro a la portería de David, quien creyéndose mucho, la quiso parar con el pie y se le fue entre las piernas. Gol. Gol en su portería. Coño. Todos le gritaban que podía meter las manos y él solo se enojó más. Segundo tiempo, un tiro que picó antes, la quiso patear, la rozó y gol. De nuevo. ¡Putamadre! Cambiaron a Davidcito y lo sentaron. Oh, frustración y lágrimas.
Después de ese desafortunado partido empezó a meter sus manitas y no le volvieron a anotar.
Malas noticias II: el roto, el roto y el roto.
Nos adelantamos al 2005-2006. Crack, ligamento cruzado anterior distendido, meniscos inflamados y no sé qué tanto más.
Les describo la rodilla de David: parecía una toronja. Les describo el dolor: a la verga.
La recomendación del médico fue reposo 4 meses. David, ególatra y soberbio como siempre, pensó que ya estaba bien y se le hizo fácil volver a jugar. Se volvió a lastimar. Loop por cuatro veces. No me lean con esa cara. Hasta esa época, el fútbol era una de las cosas que más disfrutaba en la vida.
La última vez, llegó al doctor y me dijo: "Ya no puedes seguir jugando si quieres caminar". Y dejé de jugar.
Malas noticias III: el cambio de vida, el fútbol y "la última y nos vamos".
Terminó la preparatoria e ingresó a estudiar actuaría en la facultad de matemáticas. El joven David decidió salir para entrar a seminario. Decisión que aún se recrimina y cuestiona, sin arrepentirse. Davidcito tiene algo con el arrepentimiento pero se los platicaré en otra ocasión. Volvamos al seminario. Habían pasado casi tres años desde la última lesión y había dejado los dos equipos de fútbol e incluso muchos de sus amigos dejaron de hablar con él por eso. Los otros le dieron la espalda al entrar al seminario. El seminario funciona ordenadamente gracias a la rutina, cosa que David agradeció a Zeus. (?!). Bueno, dentro del horario estaba una hora dedicada al deporte. Todos los días. Hacía tres años que David no hacía nada de deporte, nada. Estaba, evidentemente, fuera de forma. Pasaron diez días antes de la catástrofe.
El pasto estaba húmedo y los ánimos calientes, se había generado mucha tensión en esos días y el deporte es la forma en la que el seminarista promedio libera su enojos y chingaderas. ¿Cómo? Partiéndole la madre, eso sí, con mucho amor cristiano y fraternal, al prójimo del equipo contrario. Esa noche, tocó el balón dos veces.
1. Un pase largo que recibió de espaldas a la portería, le ganó la espalda al defensa. Con la gracia de un brasileño, hizo una recepción dirigida, quedando de frente a la portería y con la fuerza de un alemán disparó para clavarla en el ángulo. Le hubiera pedido un autógrafo por tan chingón gol.
2. No recuerdo cómo le llegó el balón ni porqué el contrario estaba el suelo, pero picó la pelota por encima de él y lo brincó. Lo brincó. Todo bien hasta acá. Todo bien mientras caía. Todo mal cuando cayó y apoyó la pierna derecha, dejando su peso en ella. ¿Les dije que la cancha estaba mojada? Sintió que se resbaló un centímetro y eso hizo que la rodilla sostenga el peso de su cuerpo de manera incorrecta. Solo sintió que algo se rompió, perdió la fuerza en toda la pierna y cayó. Se revolcó de dolor. Dijo todos los insultos que sabe en español, inglés, alemán, latín y maya. Ese pobre ligamento cruzado anterior, ya maltratado, no pudo más y se rompió. Estuvo tres meses con muletas y cuatro más con bastón. El frío hace que duela mucho.
Malas noticias IV: Dolor.
Nunca volví a jugar con la misma fuerza ni nada, me limitaba a pasar cuando me llegaba el balón. ¿Me duele? Duele más saber que no puedo seguir corriendo ni patear con fuerza. Duele más saber todos los goles que no metí. Tan parecido al amor.
Fin, por ahora.